Sobre el éxito de Mi mujer se llama Mauricio, que la semana pasada pudo darse el gusto de colgar el cartel "localidades agotadas". El trabajo en equipo y hacer reír en épocas de crisis.
Matías Santoianni está en el elenco de “Mi mujer se llama Mauricio” desde su estreno, con Emilio Disi, hace tres temporadas. Hoy, junto a Kitty Locane, son los únicos referentes del grupo original con esta comedia francesa y, junto a Alejandro Müller, Diego Pérez, Matías Alé, Adriana Brodsky y Micaela Mancini, se proponen hacer reír al público, de martes a domingos, con dos funciones, en el Teatro Santa Fe.
“Somos laburantes que estamos al servicio de la comedia”, asegura el actor que ha formado parte de éxitos televisivos como Gasoleros, Carola Casini o Padre Coraje y que además de actuar, realiza producciones audiovisuales, conducción y stand up con el objetivo de mantenerse siempre en movimiento y con trabajo, en un rubro inestable.
En estos días, junto a sus compañeros de elenco, disfruta de haberse podido dar el gusto de colgar el ansiado cartel “localidades agotadas” en la boletería, un logro difícil de alcanzar. “Es una obra buena, con un texto preciso, impecable es divertida y no pretenciosa, por eso tratamos de cuidarla y respetarla”, aseveró sobre la propuesta Santoianni, en una nota con LA CAPITAL.
El actor, comprometido, quién aprovecha su estadía en la ciudad para participar de acciones solidarias.
– ¿Cuál es la clave de esta comedia?
– La gente viene a Mar del Plata a pasarlo bien, no viene a pensar. Viene a la playa, a reírse a ver actores populares, queridos por la gente, con entradas que no te maten el bolsillo. Además no es una de esas obras que se arman en dos meses, para el verano y se llama así porque el presidente se llama Mauricio. Es una comedia familiar, sana, que tiene un mensaje en cuanto al matrimonio igualitario, que tiene momentos hermosos.
– Hablás de hacer reír ¿es más desafiante hacer reír en momentos de crisis?
– Cada vez que salimos a escena, antes, nos juntamos y nos recordamos la misión que tenemos de hacer reír. La gente viene con 200 problemas, económicos, de duelo, de enfermedad, o de lo que te imagines. En el teatro no le cambiamos la vida a la gente, pero por ese rato la mimamos un poco, le damos algo lindo, una diversión. Después los problemas siguen estando.
– ¿Cuánto de técnica y cuánto de oficio te ayudan en la misión?
– En cuanto a las técnicas, el libro, los marcadores, la coreografía de la escena te van guiando, pero después es la observación, más en una comedia. Hay que saber esperar el chiste, el aplauso, la entrada. He aprendido bastante y me falta un montón, estamos siempre aprendiendo. Siempre me sirvió y me sirve, observar a mis compañeras y compañeros. A todos. Soy una esponja, he aprendido del trabajo con Emilio Disi y Alberto Martín, comediantes que te hacen reír hasta cuando les preguntan la hora.
– ¿El teatro sigue siendo uno de los pocos ámbitos en los que te podés desconectar del teléfono, de las redes por un rato y conectar con la propuesta?
– Una hora en el día la perdés con cualquier cosa, distracciones, esperas, el teléfono, etc, pero vas al teatro, te sentás y en una hora te cuentan una historia. Es un momento mágico, destapa la cabeza, ayuda.
– Además de actuar, hacés audiovisuales, te ideaste un programa, hiciste algún stand up ¿Te autogestionás para mantenerte en actividad?
– Trato de acomodarme, de mantenerme siempre en actividad. Tele hace mucho que no hago, porque hay poco y no me gusta el barro, no sirvo para sostenerme en los medios, en los programas a base de peleas o escándalos, aunque atente contra mi negocio. Pero hay cosas para hacer, me autogestioné un programa en un canal de Paraná, Canta Litoral y me fue muy bien. Hago audiovisuales, stand up. Hice el video de La balada del diablito y la muerte de Cacho Castaña y armé la parte audiovisual del Show Cacho y Palito, con Palito Ortega. Siempre trato de buscar un kiosquito para tener trabajo, porque esto es muy inestable.
Matías Santoianni Junto a “Palito” Ortega y “Cacho” Castaña, en escena.
– Con Cacho tenés una relación muy especial ¿cómo se dio?
– A Cacho lo conocía y estuvo conmigo en un monto muy difícil de mi vida, cuando mi mamá falleció, hace tres años, de cáncer de mama. Estuvo mucho apoyándome y al poco tiempo era el día de la madre, me llamó, me ofreció pasar con él ese día, para que no esté solo. Eso me conmovió, entendí que el tipo era mi amigo de verdad, que me quería dar su amistad y su corazón y por eso, con él me siento familia. Es muy generoso, tiene un talento impresionante, es uno de los últimos próceres de la música que quedan junto a Palito y acercó a gente joven aunque las letras son de un Buenos Aires que, quizás, ya no existe más.